Un café online con Armando Bastida

Un café online con Armando Bastida

Este Día del Padre, hablamos (de forma virtual) con Armando Bastida, enfermero de pediatría y autor del libro Cómo criar a tus hijos con sentido común . Nos habla de tener hijos en un mundo que no está preparado para ellos, de la conciliación laboral y de muchas otras cosas que van detrás de la palabra “papá”.

¿Podrías definirte en tres palabras?

No, pero lo voy a intentar: soñador, cómico, empático. 

Antes de ser padre, no te imaginabas que…

Ser padre iba a cambiar mi vida como un calcetín, en todos los sentidos: no solo a nivel laboral, sino también a nivel particular, social, de creencias, y que incluso saliera a relucir mi infancia para darme una bofetada de realidad: “Armando, esto es lo que viviste y esta es la persona que eres hoy, por lo que viviste de pequeño. ¿A que ahora tu escala de valores ya no tiene tanto sentido? Dale la vuelta a todo las veces que haga falta y, ahora sí, pon encima de todo lo verdaderamente importante”. 

¿Cómo surge la idea de escribir un libro?

Sobre todo de la petición de mucha gente de tener muchos de los textos que ya había publicado en formato papel, y en orden. Había gente que disfrutaba y aprendía con mis textos, y querían poder leerlos y tenerlos ordenados, y también poder “regalarlos” a otras personas. Llegó un momento que había escrito tanto, que daba para dos o tres libros. 

¿Cuánto crees que influye la educación que recibes en la infancia en el tipo de educación que impartes a tus hijos?

Mucho, muchísimo, en muchos sentidos. Las personas que recibieron respeto, cariño, comprensión y crecieron en un clima donde tuvieron la libertad de desarrollarse en base a sus necesidades y motivaciones, ofrecerán eso mismo a sus peques. Las personas que recibieron amenazas, control, la exigencia de la obediencia, castigos, y en definitiva, la lacra del autoritarismo, tienden a normalizarlo porque también aman a sus padres, y a repetir dichos patrones.

Y luego hay aquellas personas que recibieron esto mismo pero al ser padres recuerdan cuán injusto lo vivieron de pequeños, y deciden romper con esa transmisión de violencia física y/o verbal. De alguna manera, esa educación influye en la necesidad de hacerlo diferente para proteger a los/as peques de ese daño. 

¿Cómo os dividís el trabajo en casa? ¿Qué se te da mejor a ti? ¿Y a Miriam?

Al nacer los peques, Miriam dejó su trabajo asalariado para dedicarse al trabajo de ser madre. Esto hizo que yo tuviera que buscar la manera de aportar más ingresos, y al final hemos acabado siendo dos personas que hacemos un poco de todo en casa, pero donde lógicamente es ella la que lleva el mayor peso del hogar y la crianza de los peques (ya no tan peques). Básicamente, es ella la que pasa más horas con ellos, y en casa. 

¿Qué es lo más difícil de conciliar la paternidad con tu vida laboral?

Es que no hay conciliación. Lo más difícil es que no existe. No hay ninguna diferencia cuando tienes un bebé… solo el permiso de paternidad, que aun cuando sea de 16 semanas, acabará muy pronto. Una vez pase ese tiempo, la estructura social y laboral es exactamente igual que la de una persona que no haya tenido un bebé, así que eso es lo más difícil, que trabajas las mismas horas, tienes que estar para todo con la misma implicación, pero cuando llegas a casa tienes un bebé que te necesita muchísimo, y en condiciones para darle tiempo, cariño, juego…

Me sabe mal decirlo, pero es que lo creo así: estamos teniendo hijos en una sociedad que ya no los espera. Hay países que protegen y cuidan mucho más a peques y progenitores, donde casi te hacen la ola si tienes un bebé.

¿Alguna anécdota divertida de tu vida cotidiana?

Uff, es que tengo muy, muy mala memoria. Y las cosas concretas se me olvidan… como anécdota siempre me gusta recordar cuando Miriam le preguntó a Jon (el mayor) por aquella época en que solo estábamos los tres, porque aún no había nacido el segundo. Fueron tres años que Miriam siempre recuerda con muchísimo cariño porque fueron muy intensos, y se entregó por completo a su maternidad. Bonitos y duros, claro. Para los tres, porque él también lo pasaba mal cuando nosotros no acabábamos de entender qué quería o necesitaba. 

Se lo preguntó cuando tenía 10 años, y Jon dijo que no se acordaba de nada, que no recordaba aquella época… Vi a Miriam dejarse caer, el alma al suelo, desencajada, pensando seguramente en todas las noches que pasó con la teta fuera a lo self-service, y tantas y tantas demandas, llantos, exigencias… que a menudo nos hacía tener la sensación de que no vivíamos, sino que simplemente, sobrevivíamos. 

Nos ayudó hacer la reflexión de que aunque no recordara los momentos concretos, seguro que no podía haber olvidado “la piel”, el cariño, el calor, el afecto, el que cada vez que nos necesitó, nos tenía, y que todo ello hizo que un buen día se soltara y siguiera haciéndose a sí mismo.
O sea, que ahora es la persona que es, en parte, gracias a todo lo que le llegamos a ofrecer en la época que más nos necesitaba. Ahora nos necesita mucho menos. De hecho, hace unos días nos digo, así, sin anestesia, que no le importaría irse a estudiar al extranjero… no le dijimos nada en contra, claro… si es su deseo… pero nos quedamos helados. ¡Que se nos va!

Al ser enfermero, ¿te vuelves un poco hipocondríaco con los peques de vez en cuando?

A veces me da por pensar según qué cosas, pero saco esos pensamientos rápido de mi cabeza porque Miriam es mucho más hipocondríaca que yo. Si por un casual me diera por mencionarle cualquier cosa, ya no duerme… y no deja de darle vueltas al asunto. Así que suelo hacer lo contrario: desdramatizar, para buscar así un equilibrio entre los dos. O sea, que tiendo a ser más bien despreocupado en este sentido.